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La Ciudad de México fue el escenario de mi «regreso histórico». Espero que hasta este punto de la historia haya quedado claro que soy una persona que nunca se rinde y que la adversidad solo alimenta mi determinación para lograr lo que me propongo. Así que, a pesar de que muchos sugirieron que abandonara la gira después del trágico episodio en Costa Rica, ahí estaba yo, en el primer avión de la mañana del último día de enero, camino al destino final de nuestra gira.
Podría haber pasado por trámites de deportación, 36 horas en el aeropuerto, una fiebre de 40 grados Celsius (100°F), y 32 días viajando y trabajando sin parar, pero no iba a rendirme tan fácilmente.
A decir verdad, me alegra mucho no haberme rendido. La Ciudad de México fue una experiencia inolvidable de rica cultura, historia y diversidad. La capital mexicana es verdaderamente un titán; es una de las ciudades más pobladas del mundo, con más habitantes por metro cuadrado que Nueva York. Aunque es difícil abarcar las magnitudes de una ciudad tan grande en tan pocos días, en esta entrada intentaremos cubrir nuestra breve pero productiva experiencia lo mejor posible. Desde los majestuosos monumentos prehispánicos hasta las bulliciosas calles del Centro Histórico, cada rincón de la ciudad nos brindó una nueva perspectiva y una rica variedad de emociones.
La gastronomía mexicana es conocida por su uso de ingredientes como el maíz, los chiles, el aguacate, los tomates y las hierbas aromáticas, que se combinan para crear platillos llenos de sabor y color. Tacos, tamales, mole, pozole, enchiladas, son solo algunos ejemplos de los platillos emblemáticos mexicanos que han conquistado paladares alrededor del mundo.
En México, también tienen una pizza muy curiosa e indígena que me gustaría presentar a quienes no la conocen. Se llama pizza quesadilla, y es una deliciosa combinación de la famosa quesadilla mexicana con el concepto de pizza. En lugar de la tradicional masa de pizza, se usa una tortilla de maíz o harina como base, que se rellena con queso derretido, tomate, carne, frijoles, guacamole y otros ingredientes típicos mexicanos.
Durante nuestro tiempo libre, tuvimos la oportunidad de visitar algunos de los monumentos nacionales que abundan en la ciudad, como el Castillo de Chapultepec, la Plaza de la Constitución, Chinatown, la Basílica de Guadalupe y las Pirámides de Tehotihuacán. Sin embargo, nos perdimos una larga lista de lugares para visitar que esperamos cubrir en una futura visita.
La clase en esta parada tuvo lugar en el restaurante Quattro More y fue organizada por Joshua Serrano, un pizzero reconocido en el país por su trayectoria y desempeño. Contamos con la asistencia de 15 estudiantes que llegaron desde todo el país. También tuvimos el honor de contar con la presencia de una delegación de la Cámara de Comercio Italiana. Podemos decir con orgullo que cerramos nuestro día con gran emoción, degustando las deliciosas pizzas hechas por nuestros participantes. A nuestros patrocinadores, gracias como siempre por hacer esto posible: Polselli, Latteria Sorrentina, Gi Metal.
Con esta entrada, concluimos nuestras aventuras por América Latina en busca de la verdadera pizza napolitana. No podía creer que lo habíamos logrado. Una de las cosas de las que más me enorgullece es pensar que, a pesar de las dificultades, habíamos completado cada una de las clases programadas sin contratiempos. Las expectativas que teníamos para esta gira se habían cumplido y superado gracias al compromiso inquebrantable y la voluntad que todos, estudiantes, organizadores y patrocinadores, pusimos en este proyecto.
No quiero ser esa persona que predica inconscientemente que todos los sueños se pueden cumplir con el poder del esfuerzo, el amor y la amistad. No es así. Como mencioné antes, reconozco que comencé este proyecto desde una posición privilegiada, con los conocimientos, habilidades, poder adquisitivo, habilidades lingüísticas y tiempo que la mayoría de las personas no tienen. Aun así, fue un desafío increíble poner todo esto en marcha, y no lo niego, estuvimos al borde de rendirnos muchas veces. Lloramos, reímos, pero sobre todo, vivimos momentos incomparables al absorber la esencia única de compartir y reunir a toda la comunidad latina y su amor por la pizza.
Sin embargo, para ser honesto, nada me motiva más que un mal día. Creo que esa es una de las razones por las que hemos llegado hasta aquí y por las que llegaremos aún más lejos. No puedo obligar a nadie a creer o compartir mi visión, pero sí puedo demostrarles que estaban equivocados cuando decidieron no hacerlo. El tiempo lo dirá. Elijo apostar no solo por mí mismo, sino por cada uno de nuestros talentosos pizzaiolos latinos que se levantan todos los días con el sueño de superarse y mostrarle al mundo la pasión y el amor incomparable que nuestra comunidad tiene por la pizza.
Somos tantos, una avalancha imparable que revolucionará esta industria como nunca antes. Pero lo más importante: Si estamos juntos, somos más.